22 de enero de 2013

Punto ciego

“Había una vez, un gurú que vivía con sus seguidores en ashram en la India.
Una vez por día, al caer el sol, el gurú se reunía con sus discípulos y predicaba.
Un día, apareció en el ashram un hermoso gato que seguía al gurú por dondequiera que él fuera.
Resultó que cada vez que el gurú predicaba, el gato se paseaba permanentemente por entre los discípulos, distrayendo su atención de la charla del maestro.
Por eso, un día, el maestro tomó la decisión de que cinco minutos antes de empezar cada charla, ataran al gato para que no interrumpiera.
Pasó el tiempo, hasta que un día el gurú murió.
El discípulo más viejo se transformó en el nuevo guía espiritual del ashram.
Cinco minutos antes de su primera prédica, mandó a atar al gato.
Sus ayudantes tardaron veinte minutos en encontrar al gato, para poder atarlo...
Pasó el tiempo, hasta que un día murió el gato.
El nuevo gurú mandó que consiguieran otro gato para poder atarlo.”
Jorge Bucay
 
Si bien es cierto que el tomar decisiones en base a la experiencia nos ahorra tiempo, nos protege de cometer viejos errores y nos hace la vida más sencilla, también es verdad que en ocasiones es lo que no nos permite avanzar.
Es como pretender utilizar siempre el mismo procedimiento, vivimos con respuestas obsoletas y lo peor es que lo hacemos sin siquiera cuestionarnos si estamos haciendo lo correcto, si existe una forma mejor de actuar y de pensar. Y tenemos paradigmas que nos acompañan toda la vida y que respaldamos sin recordar si existe un soporte sensato de ellos.
De acuerdo al Dr Robert Cialdini
Los modelos de comportamiento automático tienden a ser desencadenados por una sola característica de la información relacionada con la situación de que se trate.
Esta única característica, o factor desencadenante, resulta a menudo muy valiosa, al permitir a un individuo elegir un curso de acción correcto sin necesidad de analizar minuciosa y exhaustivamente toda la información sobre la situación.
La ventaja de este tipo de respuesta radica en su eficiencia y economía; al reaccionar automáticamente ante un factor desencadenante, generalmente de carácter informativo, el individuo ahorra tiempo, energía y capacidad mental.
Dicha respuesta, sin embargo, tiene el inconveniente de ser muy vulnerable a errores absurdos y costosos; al reaccionar ante un solo elemento de la información (aunque este elemento tenga habitualmente valor predictivo) el individuo incrementa la probabilidad de error, en especial cuando la respuesta es automática e irreflexiva.
De tal forma que lo más adecuado es que en algunas ocasiones nos preguntemos cual fue la raíz de determinada forma de actuar o de pensar, y verificar que esta sea fidedigna y sobre todo aún vigente
Recuerda que no se trata de cambiar, sino de aprender y crecer, en palabras de Einstein “No esperes resultados distintos, si sigues haciendo lo mismo”
 
Los dejo con una historia bastante conocida que ejemplifica perfectamente lo hablado.
“Un grupo de científicos encerró a cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y sobre ella un racimo de plátanos.
Cuando un mono intentaba subir la escalera para agarrar los plátanos, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que quedaban en el suelo.
Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo agarraban a golpes.
Pasado algún tiempo más, ningún mono subía la escalera a pesar de la tentación de los plátanos.
Entonces, los científicos sustituyeron a uno de los monos.
La primera cosa que hizo fue subir la escalera, y fue rápidamente bajado a golpes por los otros.
Después de algunas golpizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera.
Un segundo mono fue sustituido y ocurrió lo mismo, y el primer sustituto participó con entusiasmo de la golpiza al novato.
Un tercer mono fue cambiado y se repitió el hecho.
El cuarto y finalmente el último de los veteranos también fueron sustituidos, con los mismos resultados.
Los científicos quedaron entonces con un grupo de cinco monos que, aún cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a los plátanos.”
Si fuese posible preguntarle a algunos de aquellos simios por qué le pegaban a quien intentase subir la escalera, con certeza la respuesta sería:
“No lo sé. Las cosas aquí siempre se han hecho así.”
Ro

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